Juan Ramón Jiménez

Juan Ramón Jiménez es uno de los poetas más increíbles de la Generación del 27; ésa que ha ofrecido decenas de distinguidos nombres a la poesía española y que, junto a la Edad Dorada de la literatura de este país, es sin duda uno de los períodos con la mejor calidad literaria hasta ahora conocida.
Jiménez nació en Moguer, un pueblo de la provincia de Huelva (España), el 23 de diciembre de 1881 y falleció en Puerto Rico en 1958, mientras se encontraba preparándolo todo para su regreso a España, a la que aseguraba que extrañaba profundamente.
Se lo considera un incuestionable maestro de la lírica de principios del siglo XX; autores como Federico García Lorca o Alejandra Pizarnik, lo consideraron primordial para su obra.
Entre las obras más conocidas de este poeta se encuentran "Platero y yo", "Las hojas verdes" y "Animal de fondo".
En nuestra web podrás leer algunas de sus poesías; te recomendamos especialmente "El viaje definitivo", "Adolescencia" y "El mar lejano". De todas formas, si lo que buscas es profundizar acerca de la lírica de estos años revueltos, te recomendamos la lectura de toda su obra, donde podrás encontrar sobre todo una pasión y una capacidad para enlazar las palabras asombrosa.

Poemas de Juan Ramón Jiménez

Seleccionamos del listado de arriba, estos poemas de Juan Ramón Jiménez:

Yo no soy yo


Yo no soy yo.
Soy este
que va a mi lado sin yo verlo,
que, a veces, voy a ver,
y que, a veces olvido.
El que calla, sereno, cuando hablo,
el que perdona, dulce, cuando odio,
el que pasea por donde no estoy,
el que quedará en pie cuando yo muera.

EL VIAJE DEFINITIVO


Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros
cantando.
Y se quedará mi huerto con su verde árbol,
y con su pozo blanco.

Todas las tardes el cielo será azul y plácido,
y tocarán, como esta tarde están tocando,
las campanas del campanario.

Se morirán aquellos que me amaron
y el pueblo se hará nuevo cada año;
y lejos del bullicio distinto, sordo, raro
del domingo cerrado,
del coche de las cinco, de las siestas del baño,
en el rincón secreto de mi huerto florido y encalado,
mi espíritu de hoy errará, nostáljico...

Y yo me iré, y seré otro, sin hogar, sin árbol
verde, sin pozo blanco,
sin cielo azul y plácido...
Y se quedarán los pájaros cantando.

ADOLESCENCIA


En el balcón, un instante
nos quedamos los dos solos.
Desde la dulce mañana
de aquel día, éramos novios.
-El paisaje soñoliento
dormía sus vagos tonos,
bajo el cielo gris y rosa
del crepúsculo de otoño.-
Le dije que iba a besarla;
bajó, serena, los ojos
y me ofreció sus mejillas,
como quien pierde un tesoro.
-Caían las hojas muertas,
en el jardín silencioso,
y en el aire erraba aún
un perfume de heliotropos.-

No se atrevía a mirarme;
le dije que éramos novios,
...y las lágrimas rodaron
de sus ojos melancólicos.

PRIMAVERA


Abril, sin tu asistencia clara, fuera
invierno de caídos esplendores;
mas aunque abril no te abra a ti sus flores,
tú siempre exaltarás la primavera.

Eres la primavera verdadera;
rosa de los caminos interiores,
brisa de los secretos corredores,
lumbre de la recóndita ladera.

¡Qué paz, cuando en la tarde misteriosa,
abrazados los dos, sea tu risa
el surtidor de nuestra sola fuente!

Mi corazón recojerá tu rosa,
sobre mis ojos se echará tu brisa,
tu luz se dormirá sobre mi frente...

ALAMO BLANCO


Arriba canta el pájaro
y abajo canta el agua.
(Arriba y abajo,
se me abre el alma).

¡Entre dos melodías,
la columna de plata!
Hoja, pájaro, estrella;
baja flor, raíz, agua.
¡Entre dos conmociones,
la columna de plata!
(¡Y tú, tronco ideal,
entre mi alma y mi alma!)

Mece a la estrella el trino,
la onda a la flor baja.
(Abajo y arriba,
me tiembla el alma).

VERDE VERDEROL


Verde verderol
¡endulza la puesta del sol!

Palacio de encanto,
el pinar tardío
arrulla con llanto
la huida del río.
Allí el nido umbrío
tiene el verderol.

Verde verderol
¡endulza la puesta del sol!

La última brisa
es suspiradora,
el sol rojo irisa
al pino que llora.
¡Vaga y lenta hora
nuestra, verderol!

Verde verderol
¡endulza la puesta del sol!

Soledad y calma,
silencio y grandeza.
La choza del alma
se recoje y reza.
De pronto ¡belleza!
canta el verderol.

Verde verderol
¡endulza la puesta del sol!

Su canto enajena
(¿se ha parado el viento?)
el campo se llena
de su sentimiento.
Malva es el lamento,
verde el verderol.

Verde verderol
¡endulza la puesta del sol!

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